(Sigue Narrando David)
- No tengo que darle la patada a nadie, al despedirnos lo nuestro no quedó muy claro, ya que no se sabía cuando iba a volver. De todas formas ya habíamos pensado darnos un tiempo.
- Vale, haz lo que te parezca.
Por fin llegó la hora esperada. Salí de casa y al llegar a la de Sara me abrió la puerta y la vi ahí, ni muy arreglada, ni muy descuidada, pero como siempre, estaba preciosa.
- No te podrás quejar, he sido puntual, para luego digan que las chicas siempre tardamos una hora después de lo acordado- me dijo sonriente y yo le devolví la sonrisa.
Nos reímos, y luego fuimos hasta el coche.
(Narra Sara)
Mientras conducía no podía evitar mirarlo por el rabillo del ojo, había un silencio un poco incómodo, cuando me decidí a hablar sonó una de mis canciones preferidas en la radio y no pude evitar cantar.
- Cantas muy bien- me dijo él sonriente.
- Muchas gracias.
- No tienes que darlas, es la verdad- ambos reímos.
- Y ¿A dónde vamos a ir?
- Pensaba ir al cine y luego invitarte a comer… Pero eso ya está muy visto, a si que… He preparado una sorpresita ¿Te gustan las montañas rusas y demás atracciones?
- ¿Vamos a ir a la feria?
- Me has pillado, mira ahí está.
Bajamos del coche y entramos al parque de atracciones.
-¿A dónde prefieres ir?- me dijo.
-No sé, ¿que tal si vamos a la noria?
-No, no mejor lo dejamos para el final.
-Vale- ¿por qué querrá ir a la noria al final? Que intriga por dios.
Montamos en muchas atracciones, ganó unos cuantos peluches para mi, y le gané a las pistolas de agua, nadie me gana en puntería, soy la mejor (y no me gusta ser creída, pero no conozco a nadie que me haya ganado aun)
- ¿Qué tal si vamos ya a la noria y después vamos a un restaurante que hay por aquí cerca a comer algo?
- Vale.- por fin…
Subimos a la noria, era de esas típicas que parecen que se van a romper nada más ponerse en marcha, pero no tenia miedo. Ya había dado unas dos o tres vueltas y de repente se paró en lo más alto.
- ¡Aaaaaaah!- grite del susto.
- ¿¡Que pasa, estás bien!?
- Si, si solo me he asustado.
- Pues no parece que estés tan bien, por la forma en la que me estás apretando el brazo…
En ese momento, nuestras miradas se entrecruzaron, estuvimos mirándonos un tiempo, y cuando quise darme cuenta, ya nos estábamos besando, no era el típico beso normal y corriente, era de esos tan especiales en los que sientes como si estuvieran estallando cientos de fuegos artificiales.
(Continúa el Narrador)
A la mañana siguiente Clara se despertó y no encontró a su amiga en su habitación, aunque su cama si estaba deshecha, como que si durmió en su cama esa noche. La llamó al móvil, pero no contestaba, lo había dejado encima de la mesa junto a su bolso.
- ¿Dónde estará…?- pensó Clara.
En ese momento Sara entró por la puerta con un pijama puesto y una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Se puede saber dónde has estado? Me has tenido muy preocupada, anoche te oí llegar y hoy no estás cuando me despierto ¿De qué vas? – Dijo Clara enfadada.
- Tranquila, tranquila, he dormido aquí y todo pero quise salir a fuera, me he sentado en el porche igual que cuando era niña a mirar a la gente pasar y a jugar con la arena con mis pies.
- Bueno, vale, vamos a desayunar anda.